La hipocresía no es cuantificable. Si lo fuera, el propietario de la mayor cantidad de ella sería, muy probablemente, Joseph Ratzinger, más conocido como Benedicto XVI por quienes creen que Dios existe, y que tiene un hijo llamado Jesús, quien a su vez tiene un vicario en la Tierra, que reside y manda en el Vaticano.
El tal Benedicto, el Santo Padre que vive en Roma, no gobierna un Estado que tiene un pasado como todos, con dirigentes que pudieron trabajar por la justicia o aplastar a los más débiles. Lo que él gobierna es la religión católica, la más poderosa del mundo, que se considera en posesión de la Verdad indiscutible por los siglos de los siglos.
Por lo tanto, él es tan responsable como sus antecesores de la obra del catolicismo: de la persecución de los paganos una vez que el Emperador de Roma Constantino se convirtió a su fe, de las brutalidades evangélicas de la conquista de América, de la esclavización de los africanos que carecían de alma, de la humillación de millones de sufrientes de todo el mundo que aceptaron sus miserias a cambio de la promesa de un venturoso más allá.
Ahora Ratzinger está escandalizado por la pobreza en la Argentina, llama a poner plata en una colecta de Caritas, e invoca a la protección de la Virgen de Luján. No importa que Carol Wojtila, el anterior rey de los católicos al que él se propone convertir en santo, un buen aliado de las peores dictaduras latinoamericanas, haya colaborado con eficacia en la empresa política y económica que hundió en la miseria a buena parte del tercer mundo durante los años ochenta y noventa.
De modo que Benedicto se rasga las vestiduras por la existencia de los pobres cuya religión dueña de la verdad eterna contribuyó a crear y a mantener. La señora de Luján, que cuida los intereses de las pobres gentes de esta tierra, por su parte, y a juzgar por los resultados, disfruta de una enorme capacidad de distracción. Casi tan grande como la hipocresía del papa.
clap clap
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. Es indignante. En vez de "escandalizarse" por la pobreza, podría por ejemplo donar un pedacito de techo bañado en oro de su basílica de San Pietro y ya ves como comerían muchos miles de pobres. No les da la cara. Y lo peor es que todos los que creen en dios, creen que este tal Benedicto realmente se preocupa por ellos. Qué facil nos tienen los ojos rapados.
tapados, no rapados. Je.
ResponderEliminarImaginemos tambien, a los "patriotas ruralistas" sintiéndose movilizados por tan escandalosa "revelación" nunca antes percibida, cantando el himno con pecho inflado y hablando de redistribución de la riqueza...
ResponderEliminarEn Mendoza un cardenal dijo: "Los pobres son descartables"
ResponderEliminarGran texto Ulises. Felicitaciones.
ResponderEliminarPasate por el Blog que tenemos con Matías Alba y Facu Bianco (esperandoelalba.blogspot.com)
¡Abrazo grande!
Juan Ignacio Apogliessi
Muy interesante tu artículo, Ulises. Es muy llamativo como la derecha se organiza rápidamente y une sus fuerzas, parecen marchar sin fisuras. Tal vez allí radique su poder.
ResponderEliminar¡Felicitaciones y gracias! Felicitaciones por animarte. Y gracias por dejar que tus ex alumnos disfruten un poco más de tus palabras.
ResponderEliminarDesde ya, este blog contará con frecuentes visitas mías.
PD: Estoy totalmente de acuerdo con que "papa" se escriba en minúscula.
Pamela, Papa se tiene que seguir escribiendo en mayúscula para que lo podamos diferenciar rápidamente de cosas más loables, como los padres y las hortalizas..
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