martes, 8 de septiembre de 2009

Bergoglio, arzobispo de una ciudad muy linda


"En esta ciudad tan linda que tenemos, hay esclavos", denunció, profético, sorprendido, el cardenal de la iglesia católica y arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, en el sermón de una misa que celebró al aire libre el viernes 4, en la Plaza Constitución.

Tiene razón, Bergoglio, y hay muchas otras cosas horribles en esta ciudad tan linda. Hay curas que abusan sexualmente de los niños, por ejemplo, y hasta los violan. Y usted debe saberlo, y tal vez en algunos casos sepa dónde actúan, y cómo se llaman. Pero no los denuncia. También tiene razón en que “hay trata de personas”, y no sólo de mujeres sometidas a la prostitución. También la hay de bebés. En esta ciudad tan linda hay matrimonios que viajan a Misiones y vuelven de allí con niños recién nacidos a los que no han adoptado según la ley. Los han comprado, y los inscriben como si fueran sus hijos, y en muchos casos los curas de las parroquias que dependen de usted los bautizan sin preguntar nada.

"En esta ciudad en que vivimos nos quieren debilitar, nos quieren robar la fuerza y la dignidad", dijo también. Pero ¿quiénes son los que quieren hacer esas cosas, Bergoglio?, ¿quiénes son los malos de la película de su homilía? Al que gobierna esta ciudad tan linda, usted lo conoce bien. Se llama Mauricio Macri, y es amigo de su amiga Gabriela Michetti, de quien usted es, ¿cómo lo llaman?, asesor espiritual. Y usted conoce muy bien a los dueños del poder y del dinero, en la ciudad y en el país. Muchos de ellos son feligreses suyos, colaboran con su iglesia, y habrán estado más de una vez con usted, hablando de cosas de dios y de los hombres. Y si no son ellos, ¿quiénes son, Bergoglio?, ¿y para qué quieren debilitarnos?

Según usted, "Buenos Aires se olvidó de llorar, que reconcilia”. Pero esta ciudad tan linda ha llorado mucho, muchas veces. Hubo una época en la que funcionaban en Buenos Aires una cantidad de centros clandestinos de detención. En uno de ellos, que está en una avenida muy linda, a la altura de Núñez, estuvieron secuestrados en 1976 dos sacerdotes subordinados suyos, de los que alguien les dijo a los dictadores que eran guerrilleros. Ellos sobrevivieron, y han dicho que el que los había acusado era usted. Hasta hubo investigadores que lo pusieron por escrito, y citaron testimonios y pruebas. En esa época se lloraba mucho en esta ciudad tan linda, y nadie se reconcilió. ¿Es ese antiguo llanto el que se ha olvidado, y que usted ahora reclama?

Anímese, y diga las cosas con todas las letras, Bergoglio. No permita que las ovejas de su rebaño pongan nombres equivocados en los casilleros de los culpables. A menos que eso sea lo que quiere. A menos que lo que usted quiera sea que su pueblo culpe a los adversarios políticos de sus amigos. Sería otra cosa demasiado fea para una ciudad tan linda.

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