domingo, 27 de mayo de 2012

Sobre los 3 de febrero


Por única vez, el año próximo va a ser feriado el 3 de febrero. Es que se cumplen doscientos años del combate de San Lorenzo, convertido en pieza musical de museo por la vieja marcha: “Febo asoma, ya sus rayos iluminan el histórico convento...” El peso del siglo redoblado parece haber decidido así a favor del choque armado de 1813 una vieja puja simbólica entre tres fechas idénticas.

La efemérides vencedora recuerda la carga victoriosa de dos escuadrones de Granaderos a Caballo contra las tropas realistas que asolaban las costas del Paraná, procedentes de Montevideo. El regimiento acababa de nacer, organizado por José de San Martín, un teniente coronel del ejército real que había cruzado el océano para enrolarse en la revolución americana contra la Corona a la que había servido hasta entonces.

Ese día nació a la gloria póstuma el joven mulato correntino Juan Bautista Cabral, “el soldado heroico” de la canción, y empezó su carrera, impensable antes de la Revolución, el mestizo guaraní José Félix Bogado, que se incorporó como soldado raso al Regimiento del que llegaría a ser el jefe, con el grado de coronel, al término de las campañas libertadoras en 1824.

Mucho antes, el 3 de febrero del año del Señor de 1536, el hidalgo español Pedro de Mendoza fundó por primera vez una infortunada Buenos Aires a orillas del Plata. Una mísera aldea en medio de la nada, que no duró más que cinco años. Los querandíes se cobraron las afrentas que les hizo el conquistador, y la destruyeron. Habría que esperar hasta 1580 para que Buenos Aires, a la que Borges juzgó “tan eterna como el agua y el aire”, naciera de nuevo, por impulso esta vez de Juan de Garay, que llegó desde Asunción, ahora del Paraguay, en el norte del litoral de los ríos, con unos setenta voluntarios de los que al menos sesenta eran mestizos.

En 1852, el 3 de febrero, casi cuarenta años después del combate de San Lorenzo, el Ejército Grande de Justo José de Urquiza batió en el Palomar de Caseros al que comandaba Juan Manuel de Rosas, y puso fin a la Confederación Argentina del caudillo porteño. La batalla abrió paso a la constitución del Estado Nacional que hoy se llama República Argentina.

Ese fue el 3 de febrero preferido de la élite dominante durante muchos años, y al que deben su nombre calles, paseos y localidades bonaerenses. Ese es el 3 de febrero en el que pensó Domingo Sarmiento cuando bautizó el parque que inauguró en los bosques de Palermo, donde se levantaba la residencia de Rosas. Esa residencia, sin embargo, resistió de pie todo lo que quedaba del siglo XIX. Un día de 1899, durante la segunda presidencia de Julio Roca, la volaron con una carga de dinamita. La Argentina moderna de la oligarquía, que ya había desarmado a San Martín y lo había puesto preso en un mausoleo de la catedral, seguía haciendo desaparecer partes del pasado. Por casualidad o no, ese día también era un 3 de febrero.

jueves, 24 de mayo de 2012

Revolución de Mayo

Hace un año, publiqué una nota, con el título de Viene asomando, en recuerdo de la Revolución de Mayo de 1810. Hoy quiero reiterar ese recuerdo, con las mismas palabras.