sábado, 20 de febrero de 2010

El grado de un coronel

Cuando muere un militar, sus camaradas se lo toman en serio. Los compañeros de promoción del Colegio Militar concurren en masa, dicen discursos, cuentan anécdotas. Los compañeros de promoción del coronel Ulises Muschietti eran, entre otros, Jorge Videla, Roberto Viola, Guillermo Suárez Mason. La flor y nata del Terrorismo de Estado. Podrían seguir los nombres.

En el velatorio del coronel Muschietti, mi viejo, en marzo de 1988, apenas había militares. Uno que sí estaba era el teniente coronel Jorge Mittelbach, bastante más joven que mi viejo, que había sido su defensor ante un tribunal militar. Es que Mittelbach se había negado a participar de la guerra sucia en Tucumán, y había echado a patadas de un regimiento de Campo de Mayo a un grupo de torturadores durante la dictadura de Alejandro Lanusse. Por eso nunca ascendió a coronel, ni siquiera durante el gobierno de Raúl Alfonsín, que lo postergó hasta que pidió su retiro. (*)

A mi viejo, sus compañeros de promoción habían dejado de quererlo. No era para menos. Alrededor de 1980, si no recuerdo mal, el Ejército decidió publicar un libro que debía constituirse en la justificación histórica de la represión ilegal. El cuerpo central del libro se titulaba El legado del presente. Antes, debía ir El legado del pasado. Se lo encargaron a mi viejo, retirado desde diciembre de 1965, pero muy conocido por su trabajo como historiador militar.

El legado del pasado según el coronel Muschietti resultaba indigerible para ellos. Allí estaba José de San Martín prohibiendo en 1818 a sus soldados derramar una sola gota de sangre fuera del campo de batalla, sosteniendo que la Patria no arma a sus hijos para que la deshonren con sus crímenes, y que los soldados del Ejército de los Andes que entraran por la fuerza en la casa de ciudadanos desarmados serían castigados de tal modo que ni la memoria de su nombre permanecería entre nosotros. Allí se decía también que un militar no es el dueño del grado que luce en sus charreteras, sino que ese grado sólo le ha sido entregado en custodia, porque pertenece a la Nación, y a ella debe devolverlo a la hora de su muerte, tan limpio como lo recibió.

Ese texto nunca fue publicado por el Ejército, pero sirvió en cambio al fiscal Julio Strassera para su alegato contra los comandantes en el juicio a las Juntas Militares, en 1985. Mi viejo devolvió su grado a la Nación como él creía que debía hacerlo. Sus compañeros de promoción no estaban allí para verlo.

(*) Cinco meses después de la redacción de esta nota, en julio de 2010, Federico Mittelbach, ya retirado, fue ascendido a coronel por orden del Presidente Néstor Kirchner. (Nota del Editor)