miércoles, 4 de noviembre de 2009

Cruces en las aulas de Italia

A principios de los noventa, el autor de este blog y su amigo el historiador Rodolfo González Lebrero presentaron un recurso ante la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, con el apoyo del entonces diputado socialista Alfredo Bravo, de feliz memoria. Se trataba de evitar que a los alumnos de las escuelas municipales de la ciudad se les exigiera la presentación de un trabajo acerca de la vida de San Ignacio de Loyola. Los hijos de ambos, libres de toda religión, no tenían por qué participar del panegírico inducido a un héroe del oscurantismo y de la intolerancia católicos. Aun en esa Argentina, la de Carlos Menem, la petición tuvo éxito.

Ahora, la Corte Europea de Derechos Humanos acaba de decidir que las escuelas italianas tienen que prescindir de los crucifijos que campean en todas sus aulas. El argumento, claro como el agua, consiste en que la percepción diaria del ícono en el lugar al que concurren para recibir educación puede perturbar a los niños que no son cristianos. Si bien es justo recordar que Italia ha dado innumerables mentes lúcidas que han combatido en el campo de las ideas contra la uniformidad religiosa – el reclamo ante la unión Europea fue presentado por una ciudadana italiana -, parece lícito tener presente, además, que en ese país es cada vez mayor el número de inmigrantes que profesan otros credos, cuyos derechos se vulneran con la omnipresencia en las instituciones públicas de los ídolos de la Iglesia Católica.

El gobierno italiano de Silvio Berlusconi ha reaccionado con indignación. Para su ministro de Cultura, se trata de “un fallo aborrecible”. Otros miembros del gobierno han calificado a la decisión de “vergonzosa” y de “pagana”. El vocero del Santo Padre que vive en Roma, por su parte, se ha declarado “triste y desconcertado”. Es una pena. Por si no bastara, una dirigente del opositor Partido Democrático se ha permitido asegurar: “En Italia, el crucifijo es una especie de signo de nuestra tradición".

Si eso es así, si la sociedad italiana, heredera de un pasado en muchos aspectos luminoso, resulta incapaz de respaldar una decisión que la acercaría al respeto por la libertad de pensamiento, y cierra filas con los continuadores de la Sagrada Inquisición, el liderazgo de Berlusconi dejará, por fin, de parecer un malentendido.

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho el enfoque, profe. ¡Gracias!

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  2. en la mayoría de nuestras escuelas públicas hay imágenes religiosas. En la entrada de mi ciudad, que es una ciudad bastante más laica que otras, hace unos años han puesto una imagen del sagrado corazón. Cuando llegamos por primera vez a la oficina donde trabajamos (pública) saqué una imagen de la virgen de cada escritorio. Todo eso me molesta mucho pero no parece lamarle la atención a nadie.

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