miércoles, 25 de noviembre de 2009

Ilusionista (escena en el subte)

Pone su valija en el piso, y empieza a hablarles a los pasajeros. La valija es de metal. Según él, está llena de ilusiones. Él es muy moreno, delgado y fibroso. Habla con un acento difícil de identificar, aunque es claramente de otro país sudamericano. Se expresa con precisión. Por si eso fuera poco, convierte una pelotita de goma en un largo bastón metálico ante los ojos de todos los que lo miran.

Después pregunta si alguien se haría ilusiones con respecto al pedazo de papel blanco que agita delante de su propia cara. Una chica, parada junto a la puerta, le dice, o él dice que le dice, que sí, que ella se hace ilusiones. Entonces él le prende fuego al papelito, que se transforma, otra vez delante de los ojos de todos, que ya son algunos más, en una flor de papel. Se la regala a la chica.

Como suele suceder, sólo algunos de los pasajeros del subte, que huyen del centro alrededor de las siete de la tarde, lo miran francamente. La mayoría sigue con su lectura, o con la música conectada a los oídos, o con lo que sea. Pero miran de reojo al audaz extranjero que los interpela. Él inicia un discurso acerca de la forma del planeta según las creencias del pasado remoto y del menos remoto, y aprovecha para que en su mano derecha un cubo se cambie por una esfera y después por un óvalo, sin aparente intervención humana.

A esa altura, ya son unos cuantos los que observan sin disimulo. El muchacho, entonces, se lanza a un discurso más comprometido, y mientras saca pañuelos sueltos de una bolsa vacía, exhorta al público a que se mire a los ojos porque nada puede hacerse de a uno, dice, y en cambio todo puede hacerse si se entrelazan las voluntades. Para el asombro general, los pañuelos empiezan a salir anudados.

El ilusionista ha dado en algún clavo, porque ahora son muchos los que miran de frente, se escuchan aplausos espontáneos, y hasta se advierten sonrisas sin disimulo. El muchacho, después, pasa el sombrero, y no son pocas las manos que se hunden en los bolsillos para volver a salir con una moneda, y aun con algún billete de dos pesos. Hay un talento que anda suelto en el subte.


7 comentarios:

  1. ¡Muy bueno! Por un momento yo también estuve en ese vagón... Gracias

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  2. A seguir anudando pañuelos entre todos los lectores de este fantástico blog.

    Saludos

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  3. Me sacás una sonrisa... en un día de parcial. Hay varios "talentos de subte" sueltos.

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  4. que bueno..

    espero verlo algún día...
    Saludos.

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  5. Con esto que leemos podemos decir que había ¡dos! talentos en el subte....

    :o)

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  6. para mí los subtes y colectivos son como una muestra gratis de lo que es el mundo en general. Siempre hay diversidad de personas, de enseñanzas, se generan todo tipo de situaciones y pasa de todo! Me encanto!

    Un abrazo!

    Jazmín

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  7. es genial, me encanta, siempre subo al subte con la esperanza de coincidir de nuevo con ese gran mago y q mi hijita lo vea! es unico es si duda el verdadero mago del subte!

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