jueves, 15 de abril de 2010

Qué les puede faltar

“El Señor es mi pastor, qué me puede faltar”, suelen cantar los fieles católicos en sus celebraciones rituales. El Señor, que es su pastor, tiene en la Tierra una poderosa organización que se encarga de cumplir y hacer cumplir con mano firme sus directivas. La encabeza el papa de Roma, rey absoluto, pastor de pastores.

Últimamente, la organización está siendo abrumada por denuncias: un número incalculable de menores, las más inocentes ovejas de su rebaño, han sido víctimas de abuso sexual por parte de algunos de sus pastores. Los sucesivos escándalos han sido hasta ahora la característica principal del reinado de Joseph Ratzinger, más conocido como Benedicto XVI, el pastor alemán que se sienta en el trono de Pedro desde hace unos cinco años.

La vergüenza es tan grande que los máximos jerarcas de la teocracia vaticana han salido a practicar refutaciones: que son mentiras insidiosas, que quieren minar la fe del pueblo de dios. Como algunos católicos descontentos culpan de la costumbre de abusar al celibato sacerdotal, el segundo de Ratzinger ha respondido que la verdadera culpa es de la homosexualidad, ese vicio del que ellos abominan y que se ha colado endemoniadamente en campo sagrado. Parece mentira, pero es así: discuten si la culpa de que la Iglesia sea abusadora serial es de que los curas sean célibes o de que entre ellos haya homosexuales.

Cualquiera que haya sido instruido durante su niñez en las doctrinas y preceptos de la Santa Madre Iglesia guarda un puñado de recuerdos imborrables. Uno, que a los siete años su confesor lo apremiaba para que contara con detalles si había tenido experiencias eróticas con alguna niña, mientras lo amenazaba con las torturas para toda la eternidad que el infierno deparaba a quienes no confesaban minuciosamente sus pecados. Otro, que a los doce o trece años sufría por no ser capaz de impedir que su mente se deslizara hacia lo que sus pastores llamaban genéricamente “malos pensamientos”, y que también eran castigados con sufrimientos sin término.

Resulta por lo menos extraño que alguien se pregunte cómo es posible que sea tan frecuente el abuso sexual en una institución que durante siglos ha desarrollado y perfeccionado obsesivamente la práctica del abuso intelectual y del suplicio moral de millones de niños y jóvenes. En ese rebaño sometido por la represión, la amenaza y el miedo, buena parte de las víctimas son niños pobres y solos. Otros son llevados a la iglesia por sus propias familias, a cantar que el Señor es su pastor. Qué les puede faltar.

5 comentarios:

  1. Muy buena la nota, Ulises.
    El otro día escribí una sobre el mismo tema para el blog que, por grupos, hacemos para la materia Periodismo Digital.
    Ahí aparece en azul el link para ver el blog.
    Saludos,
    Laua Spiner

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  2. Emanuel Zylberberg15 de abril de 2010, 2:45

    Entre las excusas, no puede no mencionarse la del Obispo de Tenerife días atrás, diciendo que "puede haber menores que sí lo consientan y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso si te descuidas te provocan. Esto de la sexualidad es algo más complejo de lo que parece".
    La misma excusa que usan los violadores, transformar a la víctima en victimario y viceversa...
    (Si bien lo vi directo en la entrevista que le hicieron, acá hay fuente sobre el tema: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/obispo/Tenerife/afirma/algunos/menores/incitan/abuso/sexual/elpepusoc/20071227elpepusoc_1/Tes

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  3. No puedo evitar citar aquí a nuestra hija Lulú, criada como corresponde en el ateísmo, refiriéndose a una imagen de la Virgen y el Niño -uso mayúsculas porque me lo han enseñado con mayúsculas y tampoco me olvido de eso- que vio en la casa de alguien. Una imagen tatuada en mi mente desde mi infancia. "Estaba la foto de la mina con el bebé", dijo, borrando de un soberano plumazo siglos de superstición, de imaginería, de representación Mayúscula. La mina con el bebé. Claro, es solo eso. Claro, son solo pedófilos vestidos de negro que toquetean a los niños en el fondo de oscuras sacristías.

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  4. Pá, les doy las gracias por haberme ahorrado esto.
    Muy buena nota, ahora la posteo en mi perfil.

    Abrazo.
    Hijo Patín.

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  5. Querido amigo:
    Todo lo que se refiere a la iglesia católica huele mal, se siente perverso, se ve anticuado, se oye reaccionario.
    Lo que empezó como asamblea terminó en la peor monarquía.
    Su original rechazo al dominio romano se transformó en alianza con el mismo enemigo y convirtió al papado en miembro preferencial del grupo de los poderosos.
    Caza de brujas, inquisición, censura, represión, tortura, pederastia. Un largo recorrido de iniquidades jalona una historia de complicidad con la explotación, con el dominio, con la vejación de cuerpos y mentes.
    Y todo este poder se apoya en una ficción sólo sostenida por la fe de las ovejas que los pastores acostumbran vejar. Tal vez sea la hora de mostrar con más fuerza que el rey está desnudo.
    Un fraternal abrazo.
    Chiqui

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