Los que se consideraban con títulos legítimos de argentinidad despreciaban a los inmigrantes, los caricaturizaban, los odiaban, además de explotarlos minuciosamente cuando tenían oportunidad y capital suficiente. Esas gentes incultas y rústicas degradaban cada día la lengua que la aristocracia criolla había heredado de sus mayores, introducían en el país comidas y costumbres, rasgos, apellidos, músicas, ideologías, una cultura ajena, en fin, aunque no fuera una sino muchas. Por si hubiera sido poco, hacían que los antiguos pobladores, la gente decente, se sintiera insegura: había barrios que era mejor no frecuentar de noche. Así era, también, la vieja Argentina añorada por los conservadores.
En ese entonces, bolivianos, paraguayos, chilenos, no constituían un problema. Estaban lejos de Buenos Aires. No había nada que distinguiera a unos de los jujeños, ni a otros de los correntinos o de los cuyanos. Todos juntos habían construido con su sangre y su sudor la misma historia, y todos eran igualmente explotados. No importaba realmente demasiado de qué lado de la raya los hubiera dejado la demarcación de las fronteras. Ahora son extranjeros, inmigrantes, y están aquí. Los bisnietos de aquellos sufridos trabajadores que habían cruzado el océano en busca de otra vida los señalan como intrusos. Tal vez no sea ocioso recordar que más allá de las ideas de cada uno, hay un mandato constitucional que cumplir. Esta tierra está abierta a todos los hombres de buena voluntad que quieran habitarla. A pesar de Mauricio Macri.
“La ley fue hecha para ser aplicada contra aquellos a quienes su miseria les impide el respetarla”, dijera Bertolt Brecht.
ResponderEliminarBueno. Dicen que Macri vino del norte de Italia. Hasta se dice que sus antepasados formaban parte de los"camisas negras". Y que aca una vez en Buenos Aires pasaron a integrar los denominados "niños bien" . Esos que vivian en barrios chetos que salian a incendiar sinagogas o teatros judios en Once o Almagro o a atacar a los inmigrantes italianos o españoles que vivian en los conventillos de La Boca
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