miércoles, 21 de marzo de 2012

Marx pensaba en otras cabezas


Hace poco más o menos un mes se cumplieron 164 años de la publicación del Manifiesto Comunista, la más sencilla, la más breve y la más inacabable de las obras de Marx. Ni él ni Federico Engels habían llegado a los treinta años cuando en 1848 pusieron sus firmas al pie de ese, el más formidable panfleto de la historia.

En el librito se alojaba una tesis nueva, vigorosa, deslumbrante. "Esta tesis afirma  que en cada época histórica -sintetizó Engels cuarenta años después- el modo predominante de producción económica y de cambio y la organización social que de él se deriva necesariamente, forman la base sobre la cual se levanta, y la única que explica, la historia política e intelectual de dicha época. Que, por tanto, toda la historia de la humanidad ha sido una historia de lucha de clases, de lucha entre explotadores y explotados, entre clases dominantes y clases oprimidas".

La historia demostró después que aquello que Marx vislumbraba como más o menos inminente – el entierro del dominio de la burguesía por el proletariado revolucionario – estaba lejos de suceder. El fantasma del comunismo recorría Europa, como afirmaban los autores del Manifiesto, pero todavía no había llegado la hora de que ese fantasma saliera de los sótanos de las monarquías restauradas o de las repúblicas conservadoras.

Nadie podría nunca, de todas maneras, describir la obra histórica de la burguesía capitalista como lo hicieron Marx y Engels en un párrafo inigualable: “Todo lo sólido se desvanece en el aire... Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes. Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países". Como puede verse, lo que ellos describían en 1848 no era otra cosa que lo que ahora conocemos con el pomposo nombre de globalización.

El historiador británico Eric Hobsbawm escribió hace unos veinte años que Marx era para él lo que los japoneses llaman un sensei: “Un maestro intelectual con el que se ha adquirido una deuda imposible de pagar”. Un gran poeta y militante, Bertold Brecht, escribió a su vez a mediados del siglo XX una sentencia que, tal vez, llegaba más allá que cualquier definición de las ciencias sociales: “Él pensaba dentro de otras cabezas, y en la suya, otras cabezas lo pensaban”.

3 comentarios:

  1. Exelente, profesor, me encantó la selección de Marx/Engels y Hobsbawm y cómo hila todo con esa observación precisa de Brecht. Que se repita a cada cumplemes del Manifiesto Comunista. Ah, y ese párrafo que destaca, impecable, tal cual usted lo subraya, premonitorio, impecable. Un abrazo.

    Marcos Viancheto

    ResponderEliminar
  2. La contribución de Marx a las ciencias sociales es incalculable. Por algo seguimos hablando de él. No obstante, yo soy seguidor de Marvin Harris y su materialismo cultural. Leíste a Marvin Harris??

    ResponderEliminar